miércoles, 2 de abril de 2008

13/10/07

Otra vez la inexorable tormenta:
Una melodía sucia, una mirada tenebrosa
Una y varias sobre mí y detrás de mis párpados.

Entonces, sé desarmarme y huir convertido en sonido;

transformado en oxidadas arcadas.
Me difumino hacia ancón de mis recuerdos verdes y acampanados

Para llegar.

Se me ordena tomar forma. Obedezco:
Me despojo de los ecos oxidados, del latón gastado.
Quedo yo, que soy SILENCIO.

Me sostengo vibrante cuando El guardián de la Izquierda golpea su espada roja contra lo empedrado del suelo.

No resisto más y me entierro en el sonido de la espada, tan familiar para mí.

1 comentario:

Anna dijo...

Gracias por la visita. Siento fuerza en tus versos. Ánimo. XD