domingo, 28 de diciembre de 2008

Arte para resistir

El buscador debe preferir, en el cofre, las dagas a los escudos. Dagas con las que herirse el corazón. ¡Nunca escudos protectores! ¡Jamás! Siempre, el conocer, será un puñal certero encajado en el alma. Así su piel se hará dura. Las hojas de metal desmejorado se quebrarán contra su pecho. Con el tiempo, sólo el metal más excelente podrá tocar sus adentros.

Necio el que teme el dolor de la punzada, empuña la daga y se defiende. En ese momento se convertirá en madera vieja, pesada y sucia. Un rudimento absurdo admirado por cobardes: ¡Miren, el escudo de mi señor es perfecto, invencible! Dirán. Ocurre un pestañeo y mueren aplastados sin haber participado nunca de la batalla; sin haberla visto siquiera.