El cielo sangra. Una hemorragia de relámpagos rojos brota desde nubes laceradas por el tiempo. No lo noto. Soy páramo y sobre mi pelean enmascarados y furiosos, dos seres. Me parece que uno de ellos es mi amada Lilith, la horrible. Sí, sé que es ella, la conozco bien, mucho mejor que a los otros, porque vence 9 de cada 10 batallas y su pisada es tersa, felina gracias a su armadura de seda, la más poderosa, la que le regalé yo el día que pude ver a través de su yelmo, el día que empezó a temerme y fue vencida. Ahora su contendiente se desploma sobre mi cráneo inerte mientras ella lo tortura eufórica. Estaba apunto de quebrarme cuando empezamos a saborear su victoria que aparece sobre mi cama despeinada y ansiosa. La penetro con celeridad. ¡Ah Lilith, maldita bestia! tu victoria tardó demasiado…